Por qué hablar alemán mejoró mi autoestima

Por qué hablar alemán mejoró mi autoestima

Esta semana por fin he vuelto a las clases de alemán. Como ya os comenté en el post anterior, ahora mismo estoy desempleada y buscando trabajo de algo que me motive. Pero como no puedo estarme quieta, he pensado que lo mejor sería volver a estudiar alemán en una academia, aprovechando este tiempo que por suerte o por desgracia tengo ahora.

Volviendo a sumergirme de pleno en el idioma, se me ha ocurrido compartir contigo cómo fueron mis inicios en este país. Y es que yo llegué aquí habiendo hecho un curso de alemán en Barcelona, pero que no era para nada suficiente para tener una conversación relativamente decente. Ahora mismo, aunque mi nivel es todavía mejorable, considero que tengo mucha fluidez y dominio del alemán. Y como mucha gente me pregunta cómo lo he hecho, quiero compartir aquí el sistema decidí utilizar para acelerar mi proceso de aprendizaje.

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Obviamente no existe una fórmula mágica, y el alemán, como todo idioma, tiene que aprenderse a base de insistir e ir machacándolo diariamente. Y justamente esto es lo que intenté hacer desde el principio de llegar aquí.

Recuerdo que antes de mudarme pensaba que al llegar utilizaría solo el alemán y nada más que el alemán. Justo la semana en que llegamos daba la casualidad que unos vecinos hacían una fiesta e invitaron a toda la escalera, con lo que nosotros nos apuntamos gerne al bombardeo. Y, bueno, yo en mis trece queriendo hablarle a todo dios en alemán. ¿Qué pasó? pues que no podía articular más palabras de las que me había aprendido para el examen oral del A.1. en Barcelona. Qué le vamos a hacer. Al final me tragué el orgullo y continué hablando en inglés durante toda la noche para no quedarme excluida.

Al cabo de una semana empecé por el curso intensivo de alemán, en el que cursaba 4 horas diarias del idioma al día. Las primeras clases fueron bastante duras, pero en poco tiempo mi oído se fue habituando y podía participar en clase y sacar frases bastante decentes adelante.

Pero después salía a la calle y, ¿qué pasaba? que tenía miedo. No quería que me volviera a suceder lo que me pasó en aquella fiesta, con lo que cuando la gente de la calle me veía balbucear decidía siempre cambiar al inglés. Y yo tras un gran aliento de alivio, cambiaba de idioma sin pensarlo.

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Las semanas iban pasando y mi alemán mejoraba, pero no me acababa de atrever a sacarlo a la calle. Entonces empecé a comparar la situación con cuando unos años atrás estaba en Japón y tenía que hablar japonés porque la gente directamente no entendía ni papa en otro idioma. Pensé que era mucho más afortunada en aquél país, porque aunque doliera, no tenía más remedio que hablar japonés y fue gracias a eso que realmente cogí soltura.

Tras un tiempo de lamentaciones y miedo de sacar a relucir mi torpe alemán, decidí hacer algo al respecto. "Vale, aquí la gente habla inglés" -me dije- "pero no tengo por qué seguirles la corriente". Así que a partir de aquél momento decidí ponerme manos a la obra y hacer oídos sordos al inglés. Decidí que ya no cambiaría el idioma, sino que me aferraría a mi pobre alemán deforme para adaptarme a él e ir moldeándolo poco a poco.

Lo primero que hice fue decirle a mi interlocutor que gracias por pasar al inglés, pero que con el alemán me bastaba. Que quería integrarme en el país y que si no hablaba el idioma eso jamás ocurriría. Algunas veces lo entendían a la primera y jamás usaban el inglés de nuevo, otras tenía que seguir hablando en alemán y hacer como que no podía hablar inglés. Da igual, la cuestión es que acabé integrando este mecanismo y lo llevo tan dentro que jamás de dirijo a la gente de la calle en otro idioma que no sea en alemán.

Esta manera de dirigirme a las personas en mi día a día, aunque pueda parecer una tontería, me hizo ganar un montón de confianza en mí misma. Empecé por poco, pero me demostré diariamente que no hay que tener miedo a equivocarse al hablar en un idioma que no es el materno. No pasa nada, estamos aquí para aprender. Y nadie espera de nosotras/os que hablemos un alemán perfecto.

De hecho, ser humilde con tu nivel, saber qué entiendes y qué no, preguntar, intentar memorizar las palabras nuevas que escuchas cada día... y sobretodo forzarte a poner en práctica todo esto, es lo que te va a hacer avanzar y mejorar tu nivel más rápido de lo que piensas.