Sobrevivir a la depresión en el extranjero
Hoy voy a hablaros de un tema bastante personal pero del que necesito escribir porque siento que es muy importante hacerlo. Hace muchos años que llevo oscilando entre la depresión y la ansiedad, y estos problemas se han mezclado en muchas ocasiones con mi estado de migrante. En este post en el que os hablaba de como fue la última noche antes de viajar a Alemania, ya os introduje mi depresión, pero hoy quiero entrar en ello más profundamente.
Como este tema es extremadamente tabú, he sentido la necesidad de hablar de él abiertamente en el blog. Porque sé que mucha la gente que sufre depresión o ansiedad lo hace en silencio, incluso hacia sus seres queridos, y quiero que este artículo pueda llegar a ellos y a ellas, porque somos mucha gente la que luchamos contra esto. Y, sobretodo, quiero gritar que no tenemos que avergonzarnos de padecer una enfermedad que está tan estigmatizada.
Antes de empezar, quiero aclarar que este artículo lo voy a basar en mi experiencia propia, con lo que esto NO es una guía de cuáles son los síntomas de la depresión y la ansiedad y como superarlos. Con este post quiero exponer mi experiencia para que, si sufres estas enfermedades, puedas empatizar y ver que somos muchas empujando el muro.
Esta situación es muy habitual cuando vivimos en el extranjero porque estamos lejos de nuestros seres queridos. Esto hace que situaciones complejas sean mucho más difíciles si vivimos en el extranjero. Un ejemplo sería si te quedas en paro en Alemania o si pasas por una ruptura. Pero no te olvides de que hay gente allí para ayudarte.
Además, quiero que sepas que lo mejor ante cualquier problema relacionado con la salud mental es mejor tratarlo con un profesional. Hay muchos tabúes en este aspecto, y es normal que sientas que no lo necesitas. Pero piensa que una enfermedad psicológica es igual de normal que una física. Del mismo modo que jamás dudarías de ir al médico si te duele demasiado la espalda, no debes dudar en acudir a un profesional.
De hecho, mi terapeuta aquí en Düsseldorf ha empezado a dar sus servicios online. Si vives en un lugar donde no hablan tu idioma y no sabes dónde encontrar una buena terapeuta, te la recomiendo muchísimo. Gracias a su manera de enfocar el problema y a los ejercicios prácticos que sesión tras sesión íbamos realizando, fui capaz de comprender qué era lo que fallaba en mí y como ponerle solución.
Además, si le dices que vas de mi parte te costará menos dinero. Tendrás una sesión de 30 minutos gratuita y la primera sesión de 60 minutos te saldrá más económica de lo normal. Envíale un e-mail a therapie@mgonzalezbiber.de diciéndole que vas de parte de Alba, del blog Düsseldorf lleva Umlaut y tendrás este descuento sin problema.
Vivir con depresión
Padecer depresión no es simplemente estar triste o desganado, no es algo que se pase saliendo a tomar algo con los amigos o poniéndote tu serie favorita toda la tarde. Yo supe que estaba deprimida cuando entré en un bucle de tristeza, incertidumbre y desgana que no me llevaba a ningún lado y veía imposible de superar. Cuando vi que esta nube negra se me comía por dentro y no me permitía hacer frente a mi vida cotidiana, supe que necesitaba ayuda especializada. En ese momento decidí consultar a mi primera psicóloga. Y es la mejor decisión que pude tomar.
En mi caso, la depresión ha nacido de un cúmulo de experiencias que nacen en mi infancia y que se han ido desarrollando durante toda mi vida. La bestia se despertó dos veces, la primera durante la adolescencia y la segunda cuando acabé la Universidad. Esta última vino impulsada por la situación económica que vive España. Y es que recuerdo el último año de carrera como un pasillo oscuro en el que arrastraba los pies sin saber dónde estaba la salida, ni si ésta realmente existía.
Acabé la carrera y una sensación de desasosiego me invadió la mente. Sentía que mi vida como la conocía se había acabado, y que viendo como estaba el mundo laboral en mi país no iba a poder encarrilarla jamás. ¿Hacia dónde se suponía que tenía que caminar?
Escuchaba en bucle esta canción de Nacho Vegas y me repetía mi parte favorita:
Y empapado en sudor
desperté de aquel horror
y sin embargo creía sentir
que algo cambio por aquí
tal vez sería nuestra suerte.
Depresión y vivir en otro país
Tras un año de buscar trabajo en Barcelona y no encontrar nada que me mantuviera ocupada más de tres meses, la situación todavía se volvía más turbia y desesperante. Ya he explicado en diversos posts y entrevistas que el motivo principal por el que me vine fue no poder encontrar trabajo en Barcelona. Pero es que este hecho no puede estar jamás aislado, y creo que la mayoría de los que me estáis leyendo lo comprenderéis. Acabar la carrera y no ver factible una vida estable con un trabajo que te aporte tranquilidad es algo que puede acabar haciéndote perder la cabeza. Yo misma, por no poder trazar un plan de vida razonable en un momento de cambios tan grandes, sentía que no merecía la pena vivir. Que necesitaba algo a lo que agarrarme, porque en ese momento me estaba quedando perdida y sin nada.
Fue en ese momento que decidimos irnos a vivir a Alemania. Isaac tendría un contrato fijo en este país y yo podría concentrarme en aprender alemán, y como las perspectivas eran buenas acabaría encontrando un trabajo y en algún momento sabría qué hacer con mi vida. Con esto, en junio del 2015 aterrizamos en Alemania y yo dediqué todas mis fuerzas durante medio año a aprender alemán. Esto me devolvió la vida, y es que necesitaba muy fuerte una meta que me mantuviera ocupada e ilusionada. ¿Se me había terminado el problema? Ni por asomo.
Continuaba haciendo visitas online con mi psicóloga de Barcelona, pero había algo que me faltaba y es que parecía que mi situación de migrante exigía un cambio, también en la terapia. Por ese motivo decidí dejar aquellas visitas. Pero esto fue todavía más problemático, ya que me encontraba en un país extranjero y me sentía frágil y desamparada cuando mis episodios de ansiedad afloraban. Llegó un momento en el que ya no podía más y me planteé hacer terapia en alemán o en inglés, me daba igual. Necesitaba que alguien me sacara a flote.
Indagando en internet, Isaac encontró la página de Marina González Biber. En ese momento, con la terapia viento en popa nació una nueva etapa en la que mi depresión y ansiedad no estaban cien por cien desatadas. Mi vida parecía tener rumbo hacia algún lugar, empezaba a tener ganas de nuevos proyectos, me ilusionaba aprender y tenía un soporte profesional detrás que me servía de red por si alguna vez caía.
No ha sido fácil, y de hecho todavía lucho diariamente contra esto. Pero comprender los motivos de mi enfermedad, asumirlos y querer ponerles remedio es lo que me ha salvado. Ahora mismo he aprendido a valorar los pequeños cambios, reconocer que mi actitud frente a los problemas está cambiando y a felicitarme por todo el buen trabajo realizado.