Terapia Psicológica Online - Marina González Biber
La terapia psicológica online es una muy buena solución para personas que necesitan ir a terapia pero no encuentran terapeuta cercano. Esto sucede sobre todo con personas que viven en el extranjero, para quiénes la ayuda psicológica online puede marcar la diferencia en sus vidas.
Como ya sabréis por este artículo que escribí sobre mi experiencia con la depresión, yo misma he estado yendo a terapia durante mucho tiempo. He tenido la suerte de que mi terapeuta vive en la misma ciudad que yo. Sin embargo mi psicóloga, Marina González Biber, ha iniciado un servicio de terapia on line con la que puedes obtener consulta psicológica sin problemas.
Para que nos hable de este tema, la he invitado al blog. Estoy convencida de que esta entrevista servirá para romper muchos tabúes en cuanto a la tarea de los psicólogos y la salud mental en general.
Antes de empezar, quiero decirte que si crees que necesitas atención psicológica puedes escribir a Marina a su correo electrónico therapie@mgonzalezbiber.de. Si le dices que vas de parte de Alba, de Düsseldorf lleva Umlaut, podrás tener un descuento en la primera sesión de 50 minutos.
Consulta psicológica
Dicho esto, doy la palabra a Marina para que nos hable ella misma de los principales problemas que afectan a las personas migrantes. Quedaros hasta el final, porque merece mucho la pena. Yo he aprendido muchísimo sobre psicología gracias a esta entrevista, y espero que sea igual para ti.
- Ofreces terapia presencial en Düsseldorf en español, con lo que gran parte de tus pacientes son migrantes. ¿Puede afectar el proceso migratorio a nuestra salud mental?
Efectivamente, el proceso migratorio puede afectar a nuestra salud mental de manera negativa ya que puede suponer mucho estrés a nivel emocional. Son muchos los cambios a los que adaptarse a la vez y esto puede favorecer una sensación de pérdida de control.
Aunque mantengamos el contacto con nuestros amigos y familiares, las relaciones sociales inevitablemente van a sufrir cambios. Viviendo fuera, incluso podemos sentir que perdemos nuestros roles familiares y amistosos. Ya no somos una “hermana”, un “hijo” o un “amigo” porque ni nuestros hermanos ni padres están con nosotros, los amigos están lejos y en el nuevo hogar al principio no hemos hecho nuevos contactos. Podemos sentir que nos faltan personas de las que recibir cariño y con las que sentirnos a gusto. Esto puede afectar a nuestra autoestima, creándonos un alto nivel de estrés. Éste puede ser más difícil de manejar al faltarnos aquellos a quiénes recurrimos en estos casos, como pueden ser los amigos. Estas experiencias negativas no se pueden evitar tan rápidamente como desearíamos, sino que estamos expuestos a ellas hasta que nos sintamos plenamente integrados.
Precisamente existe un modelo psicológico según el cual, para mantenernos sanos a nivel emocional, las personas necesitamos cuatro elementos:
- Lazos afectivos
- Autoestima
- Sensación de Control
- Búsqueda de Elementos Positivos/ Evitación de Elementos Negativos.
Analizando los puntos anteriores, nos damos cuenta de que emigrando se ven afectados los 4 elementos y, como dependemos de ellos, se pueden desarrollar problemas de ansiedad y depresión -entre otros-.
- Desde hace unos meses ofreces terapia online. ¿Por qué crees que es necesario este servicio? ¿Qué diferencias tiene respecto a el método presencial tradicional?
Comencé con la consulta psicológica online porque recibía muchas peticiones de personas que viven lejos Düsseldorf -la ciudad donde resido-. En Alemania no hay muchos psicólogos que hablen español. Por lo que hay muchísimas personas que, estando en un país que no es el suyo, querrían recibir ayuda psicológica pero no pueden acceder a ella. Esto es muy frustrante y totalmente contraproducente. Han dado el paso de darse cuenta de que no pueden solventar ellas solas ciertas situaciones y, sin embargo, no pueden recibir ayuda profesional para lograrlo.
En la terapia en linea se trabaja igual que de manera presencial. La única diferencia es que la ayuda psicologica online es a través de un ordenador. Las herramientas más potentes utilizadas son el lenguaje y la relación terapéutica, que también se pueden conseguir a través de una videoconferencia.
La explicación de tareas y ejercicios se puede realizar también a través de este medio. Por lo que una vez acostumbrados a hablar con el psicólogo a través de una pantalla, no es tan distinto a la consulta psicológica presencial.
Beneficios de la terapia psicológica
- Muchas veces nos sentimos mal durante un tiempo concreto, sobre todo viviendo en el extranjero. ¿Cómo podemos saber si se trata de algo temporal o verdaderamente necesitamos ir a terapia?
No hace falta esperar a sentirnos tremendamente mal para acudir a un profesional de la salud mental. Lo ideal es empezar a producir cambios cuanto antes. Cuando las consecuencias del estrés y de la ansiedad no se han cronificado. En un tratamiento se puede trabajar de manera preventiva para que precisamente esas consecuencias no vayan a más e incluso se puedan evitar.
Sin embargo, en muchas ocasiones acuden personas que no han detectado las señales a tiempo y que comprueban que no están satisfechas con sus vidas, que las emociones negativas cada vez ocupan más espacio en su vida y que todo lo que han probado no funciona. Esto debería ser definitivamente la señal de alarma para motivarnos a buscar ayuda.
- Hay muchos prejuicios frente al tratamiento psicológico. Por una imagen tergiversada, nos creemos que los terapeutas son personas ajenas a nosotros que solamente apuntarán cosas en una libreta y asentirán con la cabeza. Y que hablar con un desconocido no será mejor que hacerlo con nuestros seres queridos. ¿Qué le dirías a alguien que ve la terapia de este modo?
Es una imagen lamentablemente muy extendida que no refleja la realidad. Los psicólogos tienen un papel mucho más activo de lo que se piensa. Los psicólogos analizamos las razones por las que alguien se comporta como lo hace, explicamos a nuestros pacientes los modelos que les hacen entender por qué sienten ansiedad y estrés. O por qué se comportan de manera agresiva aunque no lo quieran, por poner algunos ejemplos. Proponemos estrategias y planteamientos alternativos para producir cambios. Esto va mucho más allá de “simplemente escuchar”.
Los lazos afectivos que nos unen a familiares y amigos precisamente hacen que se dificulte analizar el problema de manera objetiva. El psicólogo no tiene ninguna otra relación emocional con el paciente o ningún otro deber que explicar y favorecer los cambios. Sin embargo, una madre que tiene una relación emocional con su hijo depresivo o un novia que se ve afectado directamente por los celos de su pareja no van a poder actuar de manera objetiva, además de que las personas que no tienen una formación sobre el comportamiento humano desconocen muchos procesos psicológicos.
La frase “tú hazme caso a mí, que esto me ayudó” es un claro ejemplo de que aunque un familiar o amigo quiera ayudar, sólo parte de su propia experiencia y que no tiene una base empíricamente contrastada. Lo que ha servido a una persona no tiene por qué servirle a otra, porque hay que analizar cada caso individualmente y las variables que hacen que se mantenga el problema.
- Tú misma trabajas bajo lo que se llama “terapia de conducta”. ¿Qué significa y cómo puede ayudar este proceso?
La terapia de conducta analiza el comportamiento (o conducta) humana, entendiendo bajo conducta tanto pensamientos como emociones y acciones. Se trata de detectar por qué pensamos, sentimos y actuamos de la manera en que lo hacemos. Partimos de la base de que los comportamientos humanos son aprendidos y, por suerte, se pueden desaprender en caso de que no nos hagan bien.
Por un lado, en terapia se trata de entender cómo hemos ido generando ciertas formas de actuar. Por otro, se trata de aprender nuevas habilidades para afrontar situaciones difíciles, aprender nuevas formas de interpretar experiencias que nos van ocurriendo o manejar emociones de una manera funcional, es decir, de una manera deseable para la persona y que conlleve menos costes.
- Muchas veces empezamos a intuir que estamos mal, pero no somos capaces de asumirlo. Una vez lo asumimos, toca expresarlo a nuestros seres queridos o a un profesional. ¿Cómo puede afrontarse este primer paso?
Efectivamente, dar el primer paso puede costar mucho porque a los humanos no nos gustan los cambios ni lo desconocido. Además, implica asumir que hay cosas que no se han hecho bien o darse cuenta de que uno no es capaz de resolver un problema solo. Eso puede afectar negativamente a nuestra autoestima si se asume desde una perspectiva de “derrota personal”.
Yo animaría a las personas que se encuentren en esa fase que consideren un gran éxito el hecho de actuar cuando se quieren producir cambios y pedir ayuda si se dan cuenta de que solos no van a poder. Cambiar cuesta más que mantener las cosas como están, pero la recompensa puede ser muy satisfactoria. Darse la oportunidad de ayudarse supone un acto de autocuidado.
En qué te ayuda un psicólogo
- En el caso de que quien padezca un trastorno psicológico sea un ser querido ¿Cómo podemos ayudarle?
Cuando nos damos cuenta de que un ser querido lo está pasando mal -por ejemplo por estrés o excesiva ansiedad- o que actúa de una manera que no le beneficia -como el abuso de alcohol o tranquilizantes-, es importante hablarlo abiertamente. La otra persona debe darse cuenta de que estamos percibiendo que algo no va bien. A veces, la persona afectada puede reaccionar positivamente y agradecer que alguien en su entorno esté pendiente de ella.
Sin embargo, en muchas otras ocasiones el familiar puede reaccionar de una manera que percibimos como negativa. Puede evitar hablar del tema, enfadarse, racionalizar lo que le está ocurriendo... Esto nos puede causar mucha frustración e incluso conflictos. Aunque muchas veces se vea claramente desde fuera que el familiar tiene problemas, puede que éste no esté preparado o motivado para realizar un cambio. Como he mencionado antes, cambiar implica un esfuerzo y aceptar que algo no nos está saliendo bien. No hay que caer en asumir la responsabilidad de cambio de la otra persona.
Cada persona tiene una razón para comportarse como lo hace y mantenerlo así. Si nos afecta ver al familiar con problemas, también podemos recibir ayuda psicológica para nosotros mismos. A veces, se puede descubrir que con nuestra forma de actuar estamos influyendo en el comportamiento del otro y que a través de un cambio nuestro se puede lograr una modificación en la dinámica con el otro.
Esto sería un planteamiento en el que seguramente es de ayuda contar con la perspectiva de un psicólogo. Lo más importante en esta situación es saber cuidarse a sí mismo y no sobrepasar los propios límites intentando ayudar al familiar. Lo adecuado es delegar la responsabilidad a la persona afectada y a un psicólogo que pueda intervenir.
- Hay alguna gente que dice que no deberíamos juntarnos con otras personas hispanohablantes en el extranjero porque así dificultamos la integración. ¿Es esto positivo desde el punto de vista psicológico? ¿O es necesario tener cierto contacto con nuestro idioma y cultura de origen?
Si es bueno o malo juntarse con hispanohablantes no se puede responder categóricamente. El contacto con hispanohablantes definitivamente tiene muchas ventajas: nos puede ayudar a dar nuestros primeros pasos en un país nuevo, nos da la sensación de familiaridad por compartir el idioma e incluso costumbres, nos permite recibir ayuda más fácilmente...
Estos aspectos son indudablemente positivos, pero el factor importante a tener en cuenta es la cantidad y el objetivo que nos queramos marcar durante nuestra estancia en otro país. Lógicamente, es una elección de cada persona el grado de integración que quiere vivir en su país de acogida o el interés que tenga en conocer y relacionarse con personas de ese país.
El contacto exclusivo con hispanohablantes puede fomentar que vivamos en una especie de burbuja que no nos permita el contacto con la nueva cultura de acogida. Esto nos puede hacer vivir una realidad paralela en la que creamos que “no nos hemos ido”. “Hacer como que todo está igual” es una actitud comprensible pero que no facilita el desarrollo de habilidades de adaptación.
Si se sabe que solo se va a estar de paso, puede que el esfuerzo de integrarse no le valga la pena a todo el mundo. Sin embargo, si quedarse es una opción, creo que lo más recomendable es combinar el contacto con personas hispanohablantes y autóctonas. Darse tiempo para conocer a personas del país de acogida nos puede permitir replantearnos propios valores y comprender el por qué de las diferencias. Esto que puede ayudar a valorar los aspectos positivos de la cultura de acogida y reducir la sensación de diferencia. Asimismo, como he mencionado anteriormente, nos permitirá tener nuevos lazos afectivos y una mayor sensación de control, lo que afectará positivamente a nuestra autoestima y a nuestra salud mental.
- Si emigrar no es para nosotros, ¿Cómo podemos afrontar la vuelta a nuestro país de origen?
La vuelta a nuestro país de origen puede enfocarse desde dos perspectivas. Por un lado, se puede decidir volver una vez analizado que, aunque estemos integrados en el país de acogida y nos hayamos adaptado, en nuestro país de origen vamos a disponer de personas y situaciones que nos pueden hacer más felices. En este caso, se puede considerar la vuelta como un paso lógico y sopesado con el objetivo de una búsqueda activa de emociones positivas.
Por otro lado, existe la posibilidad de decidir dejar el país de acogida con una sensación de “huída”. Aquí, el enfoque está más en la evitación de emociones negativas. Desde un punto de vista de poca integración y con un deseo de “volver a casa, porque ahí estaba mejor”, se corre el riesgo de idealizar el país de origen y de olvidarnos de por qué emigramos en su día. Es muy típico que los aspectos negativos no estén presentes. Esto cumple una función de consuelo, ya que si no estamos cómodos en una situación, pensar que existe una posibilidad mejor nos ayuda a aguantar más y a sentir esperanza, algo que puede ayudarnos a mantenernos sanos a nivel mental.
Para facilitar la vuelta a nuestro país de origen, algunos de los puntos a analizar sea cual sea la razón por la que queramos volver serían los siguientes:
- Recordar los aspectos que nos hicieron irnos y valorar si siguen existiendo o no.
- Anticipar posibles dificultades para saber qué posibilidades y recursos existen para hacerles frente.
- Pensar si hay aspectos a los que nos hemos acostumbrado en nuestro país de acogida y que echaremos de menos.
- Darse cuenta de que, dependiendo del tiempo que llevemos fuera, las relaciones con nuestros amigos pueden haber cambiado por la distancia -las parejas han comenzado a tener niños, han ocurrido experiencias que no hemos compartido con ellos, etc.-, o que nuestro entorno físico también ha podido sufrir cambios -a lo mejor esa tienda de barrio a la que nos encantaba ir ya ni siquiera existe-.
Conviene darse cuenta de que el tiempo no se ha parado y que nosotros, nuestros contactos y nuestro entorno pueden haber cambiado.
- Cuando se trata de migración en familia, muchas veces los niños no comprenden la situación y es difícil para ellos adaptarse. ¿Es recomendable el apoyo psicológico para estos niños?
Los niños, por suerte, suelen adaptarse muy bien a los cambios que se producen, sobre todo cuanto más pequeños sean. Niños más mayores pueden tener una mayor dificultad para adaptarse. En muchos casos, seguramente no sea necesaria directamente una ayuda psicológica sino que los padres deben tener paciencia, aclarar a sus hijos dudas que puedan tener para ayudarles a integrar todas las experiencias nuevas (por ejemplo, explicar costumbres que puedan desconocer y les desorienten) y aceptar que durante algún tiempo los niños puedan presentar enfado o estén irritables.
Esto no significa directamente que sea patológico: el proceso de adaptación requiere de tiempo y los niños necesitan notar que tienen el apoyo incondicional de sus padres, también en esta fase difícil en la que incluso puedan culparles de sentirse mal. Una vez que ha pasado algo de tiempo, los niños pueden empezar a hacer amigos e ir sintiéndose cómodos, para lo que es fundamental que aprendan el idioma del nuevo país. Probablemente los problemas se irán reduciendo e incluso desapareciendo. Si el malestar continúa pasado un tiempo razonable, podría ser conveniente consultar a un psicólogo para comprobar si hay alguna otra razón que explique que se mantengan los problemas.
Otro caso típico que he tratado en mi consulta es el de adolescentes que llevan algún tiempo en Alemania y que se orientan a las reglas de otros adolescentes pero que no son apoyados por los padres. En estos casos, a los padres les podría ayudar entender que el mantener las costumbres del país de origen puede dificultar al niño tener una adaptación sana. Por ejemplo, he tratado algunos casos en los que unos padres de origen sudamericano tenían terminantemente prohibido a su hija adolescente tener contacto con chicos de su edad, algo que en Alemania es muy normal. Aquí se trata de lograr entender la posición de la otra parte e intentar llegar a compromisos.
Muchas gracias, Marina, por estar hoy aquí con nosotros. Ha sido muy interesante aprender un poco más sobre salud mental y espero que este artículo haya servido para romper unos cuantos prejuicios.
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