Por qué amo Alemania cuando llega el buen tiempo
Tras unas semanas (varias, demasiadas) de ausencia, vuelvo a aparecer por el blog. Perdonaréis mi retraso, pero últimamente estoy con la cabeza en mil lugares y me cuesta horrores sentarme a escribir. Y aunque esta mañana me he despertado fuera de lugar por ansiedad y cosas varias, he decidido no dejar que ésta me venza y continuar con lo planificado. Y, oye, estoy aquí escribiendo y ya me siento mucho mejor.
Si me seguís en Instagram sabréis que últimamente estoy teniendo una época bastante dura porque estoy buscando trabajo y me está costando mucho aceptar que no me está yendo demasiado bien, que recibo muchas negativas o directamente ninguna respuesta. Pues bueno, ante tanta negatividad paseándose por mi cabeza, hoy os quiero traer algo bastante positivo.
Y es que todxs aquellxs que viváis en Alemania entenderéis por qué es tan positivo hablar de el buen tiempo, y es que no lo tenemos demasiado a menudo y a veces nos pesan y sobrepasan las nuves grises que se apoderan del invierno.
Así que este espacio lo dedicaré hoy a una especie de oda al buen tiempo en Alemania, y es que cuando llega la primavera y el verano, Alemania se transforma completamente. Es así. El país parece completamente distinto, ya no solo porque las calles pasan de un gris tenebroso de árboles sin hojas a un verde radiante, sino que ves a la gente por las calles sonriendo entre vestidos y helados. Es realmente una delicia: las terrazas están llenas, brilla el sol, y la gente está contenta.
Pero... ¿dura esto todo el verano? ¡Ni de coña! De hecho, unx tiene que aprender a aprovechar al máximo cada minuto de sol, y lxs que ya llevamos aquí un tiempo nos planificamos la vida acorde a la predicción de nuestro teléfono móvil.
Aquí te preguntarás por qué demonios me gusta una estación tan cambiante, en la que tan rápido hace 30 grados una semana como a la siguiente 14. Bueno, pues te diría que por eso mismo. El verano en Alemania no es una extensión de días soleados que parezca infinita. El verano alemán es un intermitente de sol y de lluvias, de calor asfixiante y de noches en las que tienes que sacar la manta porque sino te congelas.
Quizás viva yo demasiado en las ideas, pero lo que me gusta de esto es lo efímero que es el sol y el calor. El no tener tiempo casi de quejarte del calor porque sabes que mañana posiblemente se gire un frío del carajo y tengas qe recojer tu toalla e irte pitando de la playa. Amo ver que la semana que está por venir tendrá tres días seguidos de sol y que van a coincidir con fin de semana y que podré ir a la piscina. Sí, puede que eso pase solamente tres o cuatro fines de semana en todo el verano. Pero esa alegría de decir: fua, es que es ahora o nunca, ¿qué?
Yo recuerdo que en Barcelona me pasaba de mayo a octubre quejándome del calor y del sudor. De que no caía ni una gota y que el asfalto me quemaba las plantas de los pies. Era muy agotador. Aquí tengo un respiro de lluvia; un respiro de aire fresco antes de que vuelva este verano intermitente.
De hecho, hoy mismo es uno de esos días lluviosos y torpes en los que no te apetece demasiado salir de casa. Pero antes de ayer hacía un calor que asfixiaba; sinceramente agradezco mucho tener estos cambios porque así voy oscilando entre una cosa y la otra. Y, para qué engañarnos, se está genial escribiendo en una cafetería con las ventanas mojadas y oyendo la lluvia tras las ventanas. Sí, ya te he dicho que soy demasiado romántica a veces.
¿Y a tí qué te parece el verano alemán? Ya sé, seguro que te parece una tocada de narices y dirás: ¿PERO QUÉ DICE ESTA LOCA? jajajaja